Modelos teóricos en el estudio de la comunicación
En un artículo reciente publicado por María del Mar Fernández Motta y un servidor, abordamos el tema de los modelos teóricos de la comunicación, en el que afimabamos que si bien es cierto que la comunicación es quizá el proceso fundamental que
permitió el desarrollo social del hombre a través de los signos y el
lenguaje, su estudio como objetivo científico es realmente nuevo. Retomando el pensamiento de Stewart (1973), el estudio de la comunicación
constituye una empresa interdisciplinar, en el que cada enfoque permite
entender una faceta o cara de la misma y en la intersección de todos estos
enfoques ( físico, semántico y sociocultural) se ha ido configurando un
nuevo campo que recibe el nombre de “teoría de la comunicación”. El
primero de estos enfoques, propio de ingenieros y físicos, ha dado lugar a un
extraordinario desarrollo en el campo de las telecomunicaciones; el segundo se
manifiesta en el desarrollo de la lingüística y sociolingüística; y el
tercero es el propio de las ciencias sociales y es al que vamos a dedicar
nuestra atención.
Siguiendo a Hervás (1998) encontramos tres modelos que
explican el proceso de la comunicación: La Teoría de la Comunicación o
Teoría de la Información, la Semiología de la Comunicación y la
Pragmática. La primera se ocupa, entre otros conceptos, de la transmisión
física de las señales, la segunda de los sistemas de signos de comunicación
entre individuos o colectividades y la última de la dinámica de la
relaciones entre emisor – receptor.
Según Galeano (1997) no ha existido nunca una teoría
de la comunicación. Lo que tenemos es un sinnúmero de resultados de
investigaciones aglutinados bajo el nombre de Teoría de la Comunicación. La
gran mayoría de los estudiosos de la comunicación han formulado sus propios
y personales esquemas y modelos. Lejos de configurar enfoques enfrentados
consideramos que los distintos acercamientos contribuyen a una mayor
comprensión de los procesos comunicativos atendiendo a su complejidad. Tanto
es así que en los últimos años se están produciendo notables intentos de
integrar todas estas formulaciones en una teoría general de la comunicación
(Pinazo y Pastor, 2006).
Aunque ya los griegos hablaban de la retórica y planteaban un modelo de
comunicación muy elemental, el origen de la Teoría de la Comunicación data
de la mitad del siglo XX con la investigación de la comunicación de masas.
Los primeros trabajos partieron de los modelos matemáticos (Shannon, 1949)
que trataban de asemejar la comunicación a la mera transmisión de
información entre máquinas (cibernética). Planteamientos útiles en sus
inicios pero que pronto se ve que son limitados en sus explicaciones sobre la
comunicación de las relaciones humanas.
Un enfoque diferente vino de la mano de la semiología o semiótica con las
aportaciones de Ferdinand de Saussure en 1916 (Saussure, 1990) que estudia la
relación existente entre el signo (el significante) con aquello que significa
(el significado).
En la década de los 50 – 60 del pasado siglo, un nuevo enriquecimiento lo
aporta la Escuela de Palo Alto con Bateson, Ruesch y Watzlawick quienes
aplicaron la Teoría General de Sistemas al análisis de la comunicación
humana desde el punto de vista de la interacción.
Por otro lado, la Psicología Social ha ido prestando en las últimas décadas
cada vez mayor atención a los procesos y contextos comunicativos,
integrándolos en el estudio de dos amplios conceptos: el de interacción
social y el de influencia social que, junto a la consideración de los
contextos sociales y las características personales de los interlocutores
tratan de enmarcar y explicar el proceso comunicativo (Loscertales y Gómez
,1998).
Por último en la década de los 70 del pasado siglo se ha dado paso a un
cambio de perspectiva caracterizado por vincular la acción al lenguaje
(Crespo, 1995; Ibáñez, 1990).
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