¿Qué hacemos ante la violencia en el fútbol?
Mi amigo ÁNGEL ANDRÉS JIMÉNEZ BONILLO, exárbitro de fútbol, y Presidente de la Asociación "Deporte Sin Insultos", ha escrito lo siguiente:
Coincido con Diego Pablo Simeone en que lo que se
vivió el pasado día 30 de noviembre de 2014 antes del partido Atlético
de Madrid – Deportivo de La Coruña “es un problema social, no del
fútbol”. Vamos, un problema de educación. Ahora bien, la gran pregunta
es qué están dispuestos a hacer los dirigentes del mundo del fútbol y
los periodistas deportivos para que ese “problema social” empiece a ser
sanado. Porque, desde luego, es inimaginable que suceda algo así en el
ámbito del rugby o del golf, y, si pasara, todos nos escandalizaríamos.
Este es el quid de la cuestión. Por tanto, el objetivo es poner la mayor
distancia posible entre el fútbol y la violencia.
Por ejemplo, la violencia verbal (los insultos, sin
ir más lejos) debe ser explícita y continuamente condenada por los
medios de comunicación, por las federaciones y por los clubes (y,
siempre que sea posible localizar a los culpables, penada). Es un paso
indispensable para dejar claro a los violentos que no tienen cabida en
nuestro deporte. O, por mejor decir, para dejar claro que las actitudes
violentas no tienen cabida, pues las personas siempre pueden cambiar, o,
al menos, siempre debemos pensar que ese cambio es posible y trabajar
por él. Eso es la educación, ¿no?
Por ejemplo, las conductas ruines del engaño y las
faltas de respeto dentro del terreno de juego también deben ser
castigadas. Si un jugador pretende engañar al árbitro (tratando de
marcar un gol con la mano, dejándose caer en el área, pidiendo un córner
que ni él mismo se cree, etc.), debe recibir una sanción ejemplar
(varios partidos sin jugar), además de una enérgica repulsa por parte de
los medios de comunicación, de forma que a los niños les quede claro
que hay actitudes que no son dignas de ser imitadas. Después, no estaría
nada mal entrevistar al jugador que ha obrado mal para que él mismo
reflexionase sobre el error cometido. Sería la manera de decir (con
hechos, no con palabras) que en el deporte siempre deben prevalecer los
valores antes que los marcadores. En definitiva, todo lo que no es
respeto empieza a ser violencia o una buena semilla para la misma, y no
queremos alimentar la violencia, sino arrinconarla hasta acabar con
ella. Es lícito querer ganar, pero no a cualquier precio. No todos los
triunfos deportivos son victorias humanas. Esto también es educar. Ah,
y, por supuesto, debemos destacar como se merecen los gestos deportivos:
los de respeto al adversario, al árbitro, a las reglas de juego y al
propio espíritu del deporte, en vez de dedicar horas de televisión y
páginas de periódico al nuevo peinado de Fulanito o al anuncio
protagonizado por Menganito.
Y, por favor, que nos ayuden nuestros
dirigentes políticos. Habrá quien pregunte qué pintan aquí los
políticos, pero yo creo que pintan, y mucho. Para empezar, son los que
legislan. Y, no menos importante, podrían y deberían ser los que nos
ayudaran a elevar modelos de conducta, a marcarnos (con los hechos, no
con las palabras) el camino de la grandeza del ser humano. Y uno puede
equivocarse, desde luego, pero exigimos que la voluntad, la intención y
los principios sean claros e inquebrantables.
Ángel Andrés Jiménez Bonillo, exárbitro de fútbol. 2 de diciembre de 2014-12-02
PD: En febrero de 2011 envié (con acuse de recibo),
en nombre de la asociación que presidía, a distintos organismos
deportivos (entre ellos, el Observatorio de la Violencia, el Racismo, la
Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte –adscrito al Consejo Superior
de Deportes – y la Real Federación Española de Fútbol) una serie de
propuestas que consideraba positivas para trabajar por el bien del
deporte y la educación; sin embargo, no obtuve ni siquiera una
respuesta. Si quieren conocerlas, más abajo las pueden encontrar.
Propuestas
1. Para el acercamiento de los entrenadores, jugadores, árbitros y seguidores (el buen comportamiento de estos últimos es fundamental para la educación de los jóvenes),
proponemos que un representante arbitral colabore con el club que se le
asigne varias veces por temporada (según las necesidades y las
posibilidades existentes). Así, aunando esfuerzos, lograríamos, en
diferentes charlas formativas (impartidas por dicho
representante y por el personal del club en cuestión, y siempre abiertas
a la interacción con el conjunto de los asistentes, tanto menores como
adultos), el acercamiento a la figura del árbitro (tan maltratada habitualmente) y la concienciación sobre la importancia del respeto a todo ser humano, a los principios fundamentales de convivencia y al verdadero espíritu deportivo. Esto, a su vez, ayudaría a que en todo club se considerase como prioritaria la educación (por encima, por supuesto, de los resultados de las competiciones) y
fuese extendiéndose la idea (absolutamente necesaria) de que es nuestro
deber reaccionar ante las faltas de respeto y lanzar mensajes contra
toda muestra de violencia, ya que todo ello resulta beneficioso para ir
creando una conciencia social de aprobación de lo moralmente válido y de
condena de lo inaceptable. Así, poco a poco, dentro y fuera del terreno
de juego, en el campo y en las gradas, se iría viviendo el auténtico
espíritu deportivo y humano. Estas charlas podrían ir destinadas, si
fuese necesario, a más de un club con sede en la misma localidad,
aprovechando así mejor los recursos humanos disponibles en unas
determinadas circunstancias.
Como posible ejemplo de este tipo de charlas, les dejamos la que un servidor (el Presidente
de la Asociación, quien firma esta carta) ofreció en las instalaciones
del Club Levante Patronato (Palma de Mallorca) el pasado mes de
diciembre. Son cuatro vídeos, los cuales se pueden ver
en la página de Youtube con el título de “Conferencia sobre los valores a
inculcar en los jóvenes deportistas” (parte 1, parte 2, parte 3 y parte
4). Los enlaces de los mismos son los siguientes:
En
la línea de lo marcado por este primer punto van los convenios que
nuestra Asociación ha firmado con varias entidades, como puede verse en
nuestra web: www.deportesininsultos.com.
Como nuestro deseo es que en el deporte reine siempre el respeto y el
juego limpio, queremos que los distintos organismos deportivos asuman el
liderazgo en esta empresa, pues su alcance es mucho mayor que el
nuestro. Todos saldríamos beneficiados, especialmente nuestros jóvenes.
Sería una campaña de concienciación seria y decidida (y, al mismo
tiempo, nada cara), a nivel nacional, y no simplemente una jornada
puntual contra la violencia. Los cambios exigen determinación y constancia. Por
supuesto, en esta campaña, además de las distintas entidades
gubernamentales, de las federaciones y de los comités de árbitros,
tendrían, como se ha explicado, especial protagonismo los aficionados y
los clubes (donde los chavales se forman diariamente como deportistas y como personas), y podrían tener cabida todas las asociaciones
(la nuestra, por ejemplo, colaboraría en lo que resultase necesario,
dentro de nuestras posibilidades) y demás organismos que comulgasen con
los valores expuestos. Y, qué duda cabe, podrían también implicarse las escuelas e institutos, así como los medios de comunicación.
En relación a estos últimos, hay que decir que no es de recibo, por
ejemplo, que se insulte a un ser humano reiteradamente y no haya una
reacción inmediata de condena por parte de los comentaristas de turno.
2. También
consideramos beneficioso que antes de cada partido el árbitro mantenga
una breve charla con los jugadores y funcionarios oficiales de ambos
equipos (todos juntos, no por separado). En ella, se debe insistir en la importancia del respeto
entre todos los participantes y hacia los espectadores, así como en el
respeto a las normas y a los valores cívicos y deportivos. Sería, por
tanto, un discurso que iría en la línea del punto anterior, pero mucho
más breve, por supuesto. Además, se insistiría en la importancia de que el público mantenga un comportamiento adecuado.
Dado que en los partidos de base los espectadores suelen ser personas
muy allegadas a los jugadores y a los funcionarios oficiales de los
equipos, estos últimos pueden, antes de que comience el partido,
dirigirse a sus aficionados y recordarles la importancia de que su
actitud sea totalmente respetuosa.
Ejemplos de estas breves charlas pueden verse en los siguientes vídeos, también protagonizados por quien firma esta carta:
Tanto en las charlas del punto 2 como en las de este último (punto 3), debe insistirse en la necesidad de convivir con el error como parte del juego y de la propia condición humana.
Todos los protagonistas de un partido (entrenadores, árbitros,
jugadores…), como seres humanos que son, van a cometer errores, aun sin
pretenderlo, y es indispensable que sepamos aceptar esa realidad. Sin
embargo, ello no significa, bajo ningún concepto, que podamos perder el respeto
debido a cualquiera de nuestros semejantes, ni debemos pensar que tales
errores han sido cometidos de forma consciente y voluntaria. Si nunca
pensamos, por ejemplo, que un jugador ha fallado una clara ocasión de
gol a propósito, ¿por qué vamos a pensar que un árbitro se ha equivocado
a propósito? Todos tenemos nuestros sentimientos y nuestra dignidad,
y no nos gusta ser dañados. Así pues, independientemente de lo que
pueda ocurrir en un partido, nuestro comportamiento ha de ser
intachable. Esa es la verdadera victoria que debemos buscar
cuando compitamos. Dicho logro es infinitamente mayor que los títulos, y
ello debemos inculcarlo siempre a los jóvenes por el bien de cada uno
de ellos y del conjunto de la sociedad. Jamás debemos olvidar que el
respeto está por encima de todo.
Los jóvenes deben aprender la gran virtud de ponerse en la piel del otro y sentir que hay conductas intolerables. No podemos seguir aceptando sin más la inmoralidad que suele presidir ciertos espectáculos deportivos.
3. Enlazando con los puntos anteriores, creemos conveniente premiar las buenas conductas y castigar las que a todos nos perjudican.
Así, creemos que sería beneficioso que, al menos en las competiciones
protagonizadas por jugadores de no más de 16 años, las sanciones a
cualquier miembro del equipo (ya sea jugador o funcionario oficial)
provocadas por juego brusco grave, conducta violenta, escupir a
cualquier persona o emplear un lenguaje ofensivo, grosero u obsceno y/o
gestos de la misma naturaleza, conllevasen una pérdida de puntos en la tabla clasificatoria equivalente al número de partidos en los que consista la sanción.
Además, en caso de empate a puntos al final del campeonato, podría
utilizarse como primer criterio de desempate el hecho de haber recibido
una menor pérdida de puntos por el citado motivo. En esta misma línea,
podría concederse un premio al juego limpio a final de
cada temporada en cada una de las categorías. Esta distinción podría
conllevar también que el equipo en cuestión quedase exento de los costes
de tramitación de licencias de la temporada siguiente.
4. También sería interesante, a nuestro juicio, que cada club expusiese en sus instalaciones una pancarta
con el lema que considerase oportuno, dentro de los principios
defendidos por esta campaña. A final de temporada, se concedería otro
premio al mensaje al que fuese otorgada la mayor puntuación por parte
del jurado que designase la federación correspondiente. Dicha pancarta
estaría localizada en un lugar visible para todos los aficionados y
deportistas que acudiesen al recinto en cuestión y permanecería allí
durante toda la temporada. Dado que cada club aportaría su propio
mensaje, todos los equipos visitantes (jugadores, entrenadores,
directivos, aficionados) tendrían la oportunidad de enriquecerse en cada
partido que le correspondiese jugar fuera de casa. En este sentido, por
ejemplo, varios de los asociados a DEPORTE SIN INSULTOS llevamos en
nuestros partidos de fútbol base una pancarta con el mensaje "NO AL
INSULTO DEPORTESININSULTOS.COM",
la cual sacamos junto a los jugadores de los dos equipos contendientes
(los delegados de los mismos siempre dan su conformidad para que ello
tenga lugar).
En
definitiva, todas las propuestas que sugerimos desde la Asociación
Deporte Sin Insultos van encaminadas a la buena formación de nuestros
jóvenes a través del deporte y al cuidado de los valores que a este le
son propios. Creemos que
lo mejor que podemos hacer en el plano deportivo (y en cualquier otro)
por las generaciones futuras es ofrecerles unos valores que den sentido a
sus vidas y las ayuden a amar lo sublime y a desechar lo moralmente
inaceptable. Merece la pena trabajar en este sentido, sobre todo (aunque no solamente) en el deporte base. No podemos seguir callando ante una realidad que reclama nuestro compromiso. Como
dijo el gran Martin Luther King, “nuestra generación no se habrá
lamentado tanto de los crímenes de los perversos como del estremecedor
silencio de los bondadosos”.
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