¿Por qué juego al golf?: La motivación del golfista.

¿Por qué juego al golf?, seguramente esta pregunta se la haya planteado el lector en alguna ocasión o bien ha sido planteada por amigos y conocidos. La pregunta admite multitud de respuestas, tantas o más que jugadores. Parece evidente y, creemos, necesario que todo golfista tenga un motivo para practicar el golf. Este motivo va a dirigir su disposición personal para afrontar el juego tanto si esta relacionado con la práctica competitiva (llegar a ser profesional, por ejemplo) o con la practica no competitiva (jugar con los amigos, hacer deporte, etc.). A estos motivos que nos llevan a jugar un torneo (o cualquier otra de las muchas competiciones existentes), a practicar dos o tres días en semana, a jugar con compañeros del club o del trabajo, junto a otras muchas posibilidades, los denominamos motivación.

La motivación se refiere a la dirección e intensidad del esfuerzo que empleamos. Por ejemplo, un jugador de handicap 5 que quiere llegar a ser profesional, dirigirá todos sus esfuerzos en busca de este objetivo (dirección del esfuerzo) y empleará muchas horas de entrenamiento y competición (intensidad del esfuerzo) en conseguirlo. En jugadores cuyos motivos principales estén relacionados con la práctica de un golf no competitivo, la motivación determinará la continuidad y la calidad de su actividad. En ambos casos, la motivación facilitará que el organismo de los deportistas este alerta física y mentalmente, ayudando a los deportistas a afrontar las demandas concretas de cada situación.

La motivación, como muchos otros factores del juego mental, presenta varias caras. Así, podemos distinguir diversos tipos que permiten explicar una amplia gama de comportamientos. Podemos considerar:

· Motivación básica y cotidiana. La motivación básica hace referencia al compromiso que nos planteamos con la práctica del golf, nuestro objetivo fundamental (hacer deporte al aire libre, caminar y prácticas una destreza deportiva, por ejemplo), y la cotidiana, que hace referencia al día a día (jugar una partida me permite ver a los amigos, me divierte patear, disfruto paseando y hablando sobre el hoyo anterior, etc.).

· Motivación extrínseca e intrínseca. Cuando los motivos por los que práctico el golf dependen de recompensas externas a la propia actividad deportiva (juego al golf por el dinero que puedo ganar, por reconocimiento social, por los amigos que puedo hacer, etc.), a esto se denomina motivación extrínseca. La motivación intrínseca hace referencia a la practica del golf por las recompensas propias del juego (mejoro mi forma física, es un reto, me da la oportunidad de relajarme, etc).

· Motivación centrada en el ego y centrada en la tarea. Hay jugadores cuya motivación depende sobre todo de los retos y resultados que obtienen a la hora de competir con otros jugadores, esto define la motivación centrada en el ego. Cuando los jugadores buscan retos y resultados personales, muy relacionados con la adquisición de dominio y progreso en el juego, están centrando su motivación en la tarea (p.e. mejorar el swing o mejorar en el manejo del putt).

La motivación tiene un doble papel en la competición, por un lado afecta al entrenamiento y por otro a la competición. La motivación afecta al entrenamiento acentuando la adherencia a éste (compromiso de entrenar todos los días), el auto-cuidado (responsabilizarse de realizar ejercicios para prevenir lesiones de espalda), aprovechar el tiempo de entrenamiento (estar centrado en los objetivos de entrenamiento), evitar acomodarse al nivel de juego actual (buscar la superación), facilita el trabajo para la mejora del juego (estar dispuesto a realizar esfuerzos por mejorar), el control y superación de dificultades (mayor disposición para superar problemas relacionados con el juego), la superación de momentos de “crisis” (tras una lesión grave) y puede provocar sobre-entrenamiento (querer entrenar más de lo necesario).

En el ámbito de la competición, la motivación influye en la preparación de la competición (para afrontarla con la disposición adecuada), prepara personalmente al jugador para alcanzar un rendimiento óptimo (estar preparado para realizar un fuerte esfuerzo físico y mental que permita ganar un partido), ayuda a mantener un nivel óptimo de activación (que el jugador tenga sensaciones positivas para competir), al control y superación de dificultades (momentos de presión durante el juego), a la superación de momentos de crisis (al realizar los primeros hoyos por debajo del nivel esperado), mantiene al deportista siempre buscando el mejor resultado (esforzándose por dar el máximo) y puede producir efectos negativos también (precipitación, exceso de agresividad, pérdida de la perspectiva del juego y estrés).

La motivación en su vertiente no competitiva, es también un factor fundamental. Ayuda a que los jugadores mantengan su afición e interés por el golf (deseos de seguir practicando, involucrarse en actividades relacionadas con el golf, etc.) y que mejoren en su dominio del juego (preocupación por ir al campo de prácticas, por buscar tiempo en su agenda de trabajo para jugar una partida o entrenar, etc.).

En resumen, la motivación es la base de la realización de cualquier actividad, y por supuesto del golf, marca el compromiso e interés que tenemos en el juego. En función de nuestra motivación dirigiremos nuestro esfuerzo en una determinada dirección y con una determinada intensidad. Así, el rendimiento que podemos esperar de nuestro juego, con independencia del objetivo, empieza por tener una clara, realista y adecuada motivación para llevar a cabo ese objetivo.

“(...) el objetivo del juego es meter la bola en el hoyo. La mente y el sistema nervioso de un golfista actúan mejor cuando están centrados en un objetivo pequeño y preciso”- Bob Rotella

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