La socialización deportiva a través del cine

Recientemente Sergio Díaz Cambló y yo hemos publicado un artículo con este título, La socialización deportiva a través del cine, en la revist digital efdeportes (http://www.efdeportes.com). En él consideramos que cine y deporte pueden ser dos instrumentos de socialización si están orientados a ese fin. Numerosos estudios demuestran que un carácter rebelde e indisciplinado puede modificarse mediante una instrucción deportiva adecuadamente planificada. Esto, unido a la importancia que la teoría sociocognitiva concede a la observación del entorno, revalorizan el rol del cine, como herramienta a través de la cual emitir un mensaje cuyo objetivo es la internalización. En el trabajo que presentamos se exponen ejemplos de cómo el deporte puede desencadenar un profundo cambio vital, pero también recoge casos que evidencian que ese cambio sólo es posible con las estrategias y la intervención convenientes.

El valor de la socialización
La socialización es un proceso de influencia social, por el cual las personas pertenecientes a un grupo, a una sociedad o cultura, aprenden (e interiorizan) un conjunto de normas, valores y formas de percibir la realidad, dotándolos de las capacidades necesarias para desenvolverse satisfactoriamente en la interacción social. La socialización es continua en el individuo, pues siempre está procesando información del entorno con el que interactúa, para adaptarse, precisamente, a él. Dicha adaptación equivale a la integración social, la cual conllevará la cohesión (o no, si no realiza el proceso), con el grupo residente en la comunidad, y la aceptación de sus creencias, normas y valores.

Estos mecanismos de interacción con el grupo para buscar la integración, aparecen ya recogidos en los experimentos de Sheriff (1936) y Asch (1952), que resaltan como la opinión no coincidente con la mayoría, se transformaba para pasar a estarlo, produciéndose una convergencia de intereses que terminaban siendo los del grupo. Resulta interesante estudiar fenómenos como la innovación, pues introducen variaciones en las dinámicas de la comunidad de sujetos, que provocan profundas reformas grupales que, si alcanzan el consenso de la mayoría, arrastrarán al resto del grupo (de la innovación, se pasa a la normalización).
La función de los agentes sociales
El complejo fenómeno que supone la socialización deportiva es llevado a cabo por agentes sociales (familia, escuela, entrenadores, parejas, medios de comunicación, iguales) y su grado de influencia, que puede ser negativa o positiva. Los modelos conductuales de la Teoría Sociocognitiva, sustentados en los trabajos de Bandura (1982, 1987), afirman que las cogniciones de los individuos influyen en sus propias acciones, y se modifican de acuerdo a ellas y a lo que observen en los demás. Esto es, las personas analizan lo que hacen, y rectifican sobre la marcha la ejecución de su acción, según si la percepción se ajusta a lo que estaba previsto realizar, y además tomando como referencia lo que se está observando. Por ello, es tan importante los modelos de referencia, ya que la elección de un modelo erróneo, conlleva indirectamente la aprehensión de patrones comportamentales inapropiados.
Las emociones y los procesos de socialización
Las emociones son el fruto de un proceso cognitivo que responde a un acontecimiento externo o interno, lo cual evidencia una interacción entre el sujeto y el entorno. Es decir, las emociones son valoraciones de una información que se caracterizan por su naturaleza automática, lo cual puede conducir al sujeto a dejarse llevar por ellas si no las domina (Lazarus y Folkman, 1991). Por tanto, si las emociones podemos describirlas como los mecanismos mediante los cuales nos relacionamos con el mundo (Lazarus, 1991), una mala regulación de las mismas implicaría una desadaptación al entorno.

Numerosos autores como Gross y John (2003) recogen el importante rol que en un equipo desempeñan las emociones. Estos autores hacen especial hincapié en la forma en que los sujetos reconocen y expresan sus emociones, siendo este proceso determinante para las relaciones con el entorno, y en su investigación, ponen de manifiesto cómo los sujetos que suprimen sus emociones tienen un apoyo social reducido, mientras que aquellos que reevalúan (reestructuran la información percibida), gozarán de mayor apoyo social y una red social más extensa. Esto contribuirá a construir un sentimiento de equipo, y facilitará el propósito de alcanzar una meta común (Cole, Michel y Teti, 1994).

Implicaciones de la práctica deportiva
El deporte por sí solo no produce efectos positivos ni negativos. Numerosos estudios avalan que la participación deportiva en sí misma no mejora los resultados académicos, ni el carácter, ni el desarrollo moral, ni reduce la violencia a no ser que el programa esté meticulosamente diseñado para ese fin (Torregrosa, y Lee, 2000; Bredemeier, Shields, Weiss y Cooper, 1986; Bredemeier, Weiss, Shields y Shewchuk, 1986; Weinberg, y Gould, 1996; y Romance, Weiss, Bockoven, 1986).
Por tanto, con la adecuada planificación, el deporte puede convertirse en una herramienta de socialización. Es importante distinguir la socialización para el deporte de la socialización a través del deporte. La socialización para el deporte es un proceso de aprendizaje por el que se adquieren actitudes, habilidades y comportamientos útiles para la participación en una actividad deportiva determinada. Analicemos este ejemplo:

Es el minuto 68:38 de la película Un sueño posible/The blind side, dirigida por J. L. Hancock en 2009, en la que se narra cómo una mujer de alta posición económica (Sandra Bullock), ayuda a un joven con graves dificultades económicas, familiares y académicas a prosperar a través del deporte gracias a sus cualidades físicas. Este fragmento muestra cómo la protagonista le orienta y aconseja para que explote sus cualidades físicas, ya que la convivencia con él (lo acoge en su casa), la ha llevado a conocerle bien y saber las estrategias de afrontamiento adecuadas para que pueda participar en una actividad deportiva de forma satisfactoria. En Un sueño posible, Michael (interpretado por Quinton Aaron) nunca se ha sentido útil, siempre ha estado marginado en el instituto y su familia biológica le abandonó. El deporte le brinda la oportunidad de alcanzar notoriedad, de demostrar que puede alcanzar el éxito, y dispone su extraordinaria constitución física al servicio del fútbol americano, por lo que se familiariza con el juego y sus reglas, y despliega un conjunto de comportamientos que le ayudan.

La socialización a través del deporte es la adquisición de habilidades y pautas comportamentales, útiles para la integración social, mediante la disciplina deportiva. Es la extrapolación de los valores adquiridos en la práctica deportiva, al resto de facetas de la vida.
A este respecto, autores como Marsh (1993) demuestran que se establece una relación entre logro académico y la participación deportiva al establecer como nexo de unión una nueva visión del autoconcepto, introducida en la década de los 90 y estructurada en diversos dominios; el autoconcepto general está compuesto por el autoconcepto académico y no-académico, segmentándose este último en el autoconcepto social y autoconcepto físico. Marsh (1993) afirma que el alumno que participa en actividades deportivas, refina (gracias a la práctica) habilidades no sólo físicas, sino también sociales, que luego incrementaran el autoconcepto académico.
De forma paralela, el alumno que participa en eventos deportivos representando a su escuela, se identifica con ella y adquiere un compromiso que luego se extendería más allá de lo meramente deportivo. En este sentido, numerosos autores como Hedstrom y Gould (2004) manifiestan que el carácter de los jóvenes puede ser modificado a través del deporte “cuando la información sobre el juego limpio, el espíritu deportivo y desarrollo moral son sistemáticamente y consistentemente enseñados”. Es decir, que un carácter rebelde, controvertido y difícil puede moldearse gracias al deporte si se sigue una programación adecuada para ello.
El trabajo de Planchuelo, Hernández Mendo y Fernández (2009) exponen que con el adecuado programa de intervención, basado en tareas de cooperación-oposición, se consiguen resultados significativos con respecto a la promoción del desarrollo moral a través del deporte, con lo que podríamos inferir que ese desarrollo moral del alumnado se generaliza a otros ámbitos extradeportivos.

La función de los agentes sociales

El complejo fenómeno que supone la socialización deportiva es llevado a cabo por agentes sociales (familia, escuela, entrenadores, parejas, medios de comunicación, iguales) y su grado de influencia, que puede ser negativa o positiva. Los modelos conductuales de la Teoría Sociocognitiva, sustentados en los trabajos de Bandura (1982, 1987), afirman que las cogniciones de los individuos influyen en sus propias acciones, y se modifican de acuerdo a ellas y a lo que observen en los demás. Esto es, las personas analizan lo que hacen, y rectifican sobre la marcha la ejecución de su acción, según si la percepción se ajusta a lo que estaba previsto realizar, y además tomando como referencia lo que se está observando. Por ello, es tan importante los modelos de referencia, ya que la elección de un modelo erróneo, conlleva indirectamente la aprehensión de patrones comportamentales inapropiados.

Las emociones y los procesos de socialización

Las emociones son el fruto de un proceso cognitivo que responde a un acontecimiento externo o interno, lo cual evidencia una interacción entre el sujeto y el entorno. Es decir, las emociones son valoraciones de una información que se caracterizan por su naturaleza automática, lo cual puede conducir al sujeto a dejarse llevar por ellas si no las domina (Lazarus y Folkman, 1991). Por tanto, si las emociones podemos describirlas como los mecanismos mediante los cuales nos relacionamos con el mundo (Lazarus, 1991), una mala regulación de las mismas implicaría una desadaptación al entorno.

Numerosos autores como Gross y John (2003) recogen el importante rol que en un equipo desempeñan las emociones. Estos autores hacen especial hincapié en la forma en que los sujetos reconocen y expresan sus emociones, siendo este proceso determinante para las relaciones con el entorno, y en su investigación, ponen de manifiesto cómo los sujetos que suprimen sus emociones tienen un apoyo social reducido, mientras que aquellos que reevalúan (reestructuran la información percibida), gozarán de mayor apoyo social y una red social más extensa. Esto contribuirá a construir un sentimiento de equipo, y facilitará el propósito de alcanzar una meta común (Cole, Michel y Teti, 1994).


El líder transformacional
La introducción de la innovación en un grupo puede facilitarse si existe un líder transformacional que ejerza como motor del conjunto y que fomente las dinámicas de grupo. El liderazgo transformacional queda definido, según Muchinsky (2001), como un proceso capaz de inducir cambios importantes en las actitudes de los miembros de un grupo, proceso que se origina cuando un líder utiliza los recursos disponibles para convertir a sus subordinados en nuevos líderes y en agentes de cambio. El efecto de la influencia es dar poder (“empower”) y para Bass (1998), la transformación tiene lugar cuando el líder transmite confianza y motivación para lograr metas superiores.

Los entrenadores de las películas mencionadas, como Norman Dale o Boone, ejercen de líderes transformacionales. Promueven un cambio vital, un cambio de valores, con la única herramienta del deporte. Ellos señalan el camino a seguir, pero los verdaderos artífices son los jugadores: a través del deporte y del trabajo del entrenador, han descubierto facetas de sí mismos que desconocían, como el trabajo en equipo, el respeto, o conocer sus propios límites.
Hay muchos ejemplos cinematográficos de entrenadores que desempeñan el rol de líderes transformacionales: Friday Night Lights (2004), Equipo Marshall/We Are Marshall (2006), Camino a la gloria/Glory Road (2006), Coach Carter (2005), Camino hacia la gloria/A shot at Glory (2000), etc., y todos igual de válidos para reflejar cómo el entrenador funciona como nexo de unión de los miembros del equipo, que se apoyan en él y que experimentan una profunda renovación más allá de lo deportivo, convirtiéndose en nuevos agentes de cambio en sus respectivos entornos y con los valores generalizados a todos los aspectos de sus vidas, esencia de la socialización a través del deporte.
La socialización deportiva más allá del cine

Se ha abordado la importancia de los iguales en el proceso de socialización. Esto confiere un valor añadido al cine desde el punto de vista pedagógico, es un medio que llega a millones de personas y su contenido tiene un fuerte impacto en la audiencia. Películas como Invictus (2009), Titanes. Hicieron historia/Remember the Titans (2000) o Coach Carter (2005), al margen de que reflejen hechos reales de superación de conflictos, tan del gusto de Hollywood, se dibujan como una fuente de inspiración de gran valor, al exponer los procesos a través de los cuales conseguir cambios. También películas de autor como la archiconocida Million Dollar Baby (2004) de Clint Eastwood, The fighter (2010) de David O. Russell o Ali (2001) de Michael Mann, muestran profundas transformaciones vitales con el deporte como telón de fondo, enseñando a una audiencia masiva que, con la instrucción adecuada, la disciplina deportiva es capaz de provocar múltiples beneficios.

Pero es obvio que la responsabilidad de enseñar patrones de conducta adecuados, en la era de las telecomunicaciones, no puede (ni debe) recaer exclusivamente en el cine. Las personas con un gran nivel de convocatoria pueden (y quizás debieran tener como obligación moral) hacer uso de la misma para dar ejemplo, y por eso ha de valorarse los esfuerzos que estrellas de cualquier ámbito hacen en este sentido.

El artículo, con los enlaces a Youtube, se puede leer en:
http://www.efdeportes.com/efd164/la-socializacion-deportiva-a-traves-del-cine.htm

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