PERSUASIÓN Y CINE
En la línea que hemos seguido las últimas semanas con el cine como estrategia educativo, en el último número de la revista digital Efdeportes (www.efdeportes.com), Sergio Díaz Cambló y yo hemos publicado un trabajo que lleva por título "Persuasión y cine".
Los procesos de influencia social pueden
definirse, en su aceptación más específica, como “aquellos que gobiernan las
modificaciones de las percepciones, juicios, opiniones, actitudes o
comportamientos de un individuo, provocadas por su conocimiento de las
percepciones, juicios, opiniones, etc., de otros individuos” (Canto, 1994). Acerca de esta cuestión se puede ver la influencia
del grupo en situaciones de catástrofe:
La influencia social es un proceso diverso y amplio que presenta
múltiples manifestaciones, según las cuales se han establecido diversas
clasificaciones de la
misma. Barriga (1982) establece seis tipos de situaciones de
influencia social: sugestión, adoctrinamiento, discusión grupal, obediencia,
conformidad y persuasión, que son, a su vez, una iteración de las modalidades
desarrolladas por Faucheux y Moscovici (1967).
Para una revisión de la obra y el pensamiento de Serge Moscovici,
puede ser visualizado el siguiente enlace:
Conformidad: es el proceso donde el grupo mayoritario sustenta una
serie de pautas a las que hay que someterse si pretende seguir perteneciendo a
la comunidad (Asch, 1952). Para Baron y Byrne (1998), dos son los efectos más
determinantes en esta tesitura: “arrastre” (lo que ha decidido la mayoría es lo
que acato), y la “desindividualización” (hay una identidad común que no deja
margen para la iniciativa o para la identidad propia).
Para una revisión de los conceptos de conformidad se puede
visualizar el siguiente vídeo subtitulado:
Innovación: la introducen las minorías activas, cuyo objetivo no es el control,
sino propiciar el cambio social a través de nuevas formas de pensar. Hernández
Mendo (1998) expone que la innovación supone asumir que no sólo se influencia desde el poder, sino también desde las
posiciones carentes de él, resultando que el flujo de influencia pasa de un
esquema asimétrico y unidireccional (las mayorías influyen a las minorías) a un
esquema simétrico y bidireccional (mayorías y minorías interaccionan y se
influencian recíprocamente). Es fundamental, pues, que los planteamientos de la
minoría sean consistentes para que no haya fisuras sobre las que la mayoría
pueda apoyarse para deshacer su labor; así, dicha consistencia, bajo una
presentación flexible, puede acabar tornando la situación imperante e
implantándose en el contexto (Baron y Byrne, 1998), propiciando la normalización. Sobre esta
cuestión puede ser interesante revisar este enlace sobre el “Paradigma del grupo minimo”
o un acontecimiento social como fue el Boicot de
autobuses de Montgomery, detonante
de los inicios de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos y que
puede ser revisado en este enlace
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El Boicot de autobuses de
Montgomery fue una protesta política y social, la campaña comenzó de 1955
en Montgomery, Alabama, con la intención de oponerse a la política de
segregación racial en el sistema de transporte público. La lucha que se
prolongó desde el 1 de diciembre de 1955, al 20 de diciembre de 1956, y
condujo a
Extraído
de:
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Autobús de National City
Lines No. 2857, en el que viajaba Rosa Parks cuando fue arrestada en 1955,
actualmente en exhibición en el Museo de Henry Ford en Míchigan
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Se recomienda la lectura del libro “Un acto de estado. La ejecución de Martín
Luther King” de William F. Pepper.
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William
Pepper, abogado y amigo del Dr. King y de su familia, llegó a la convicción,
tras años de investigación, de que Ray no fue quien disparó, sino que King
había sido objeto de una conspiración más vasta para detener el movimiento
antiguerra e impedir que su liderazgo se fortaleciese en
Extraido de:
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Normalización: es la aceptación de
una norma común que satisfaga absolutamente todos los intereses de los
componentes del grupo (Sherif, 1936). Es posterior a situaciones de conflicto o
confusión, cuando no hay una sola regla vigente admitida de forma global, y, para autores como Moscovici y Ricateau (1972) es, justamente, la
implantación de ese marco referencial la definición apropiada de normalización.
Se puede visualizar una
versión del experimento de Asch montada
por Discovery:
También es posible visualizar una nueva recreación del
experimento en el siguiente enlace:
Obediencia: tiene lugar en el momento en que un individuo o grupo varía su
comportamiento con el propósito de cumplir órdenes o reglas establecidas por la
autoridad, sin cuestionar sus efectos. Al igual que el fenómeno de la
conformidad, la obediencia puede ser efecto del factor agéntico (Milgram, 1973)
(es aconsejable visualizar dos de las reconstrucciones de este experimento:
o producto de la presión social del grupo
mayoritario, como ya defendió Philip George Zimbardo en el experimento de
los sótanos de la Facultad de Psicología de la Universidad de Stanford
(conocido como la Experimento de la prisión Stanford y que abordamos en un
trabajo anterior Díaz Cambló y Hernández Mendo, 2012b), pero con el matiz
de que la ausencia de un juicio sobre las normas se debe a una delegación de la
responsabilidad. Se aconseja visualizar el programa televisivo de Redes (nº54 –
“La pendiente resbalizada del mal”)
dirigido por Eduardo Punset dedicado a este esperimento:
El trabajo de Zimbardo en
este experimento dio lugar al conocido “Efecto Lucifer” que tuvo su posterior
confirmación en el año 2004, durante la guerra de Irak, cuando los
estadounidenses se hacen cargo de la cárcel de Abu Graib. Se recomienda la visualización de este
enlace:
Los trabajos de Ross (1977)
también concluyeron que un mandato se realiza conforme a la creencia de que sus
consecuencias sólo atañen a la autoridad.Sobre
este aspecto se puede consultar un trabajo anterior (Díaz Cambló y Hernández
Mendo, 2012b).
Un ejemplo social de
obediencia lo expone Stanley Milgram en su libro “Obediencia a la autoridad. Un punto de vista experimental”, cuando
en el capítulo 15, el Epilogo” transcribe la entrevista que Mike Wallace de la
cadena CBS News realiza a uno de los soldados que particparon en la matanza
de My Lai. El enlace que aparece a continuación está basada
en el relato publicado por Seymour Hersh el 12 noviembre 1969:
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La Matanza de My Lai (pronunciado mi lai) fue un ataque
contra civiles que perpetró el Ejército de Estados Unidos durante la Guerra
de Vietnam. El 16 de marzo de 1968 las tropas de Estados Unidos lanzaron una
operación en la región de Son My en la búsqueda de vietcongs. Al segundo
teniente William Laws Calley y su
sección le fue asignada la zona My Lai 4. La de My Lai debía ser una de
tantas operaciones de «búsqueda y destrucción» propias de la Guerra de
Vietnam.
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Además de lo ya señalado sobre
el experimento Milgram, se recomienda el visionado de la película “Como Icaro”
. Se pueden visualizar escenas que recrean las 18 variantes del experimento:
O
la película completa y subtitulada:
Titulo original :I... comme Icare
AÑO: 1979
DURACIÓN:123 min.
PAÍS: Francia
DIRECTOR: Henri Verneuil
GUIÓN: Didier Decoin, Henri Verneuil
MÚSICA: Ennio Morricone
FOTOGRAFÍA: Jean-Louis Picavet
REPARTO: Yves Montand, Michel Etcheverry, Roger
Planchon, Pierre
Vernier, Jacques
Denis, Georges
Staquet
PRODUCTORA : Antenne 2 / Société Française de Production / V Films
GÉNERO: Thriller
SINOPSIS: Un fiscal descubre los entresijos de una
organización secreta que le ha costado la vida a un jefe de Estado: un
individuo normal puede cumplir actos contrarios a su conciencia mediante el
método de "sumisión a las órdenes". Un film basado en el asesinato
de John Fitzgerald Kennedy y la posterior investigación del magnicidio.
(FILMAFFINITY)
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Persuasión: es la búsqueda de una reestructuración en la actitud subyacente a través de un cambio duradero. Sus rasgos distintivos con respecto a los demás procesos de influencia social son principalmente dos: por un lado, ha de existir una obvia intencionalidad en ese deseo de influir y corregir el comportamiento ajeno; por otro, se necesita de una interacción simbólica para que tenga lugar este mecanismo (Reardon, 1983; Canto, 1997).
La persuasión, como pretensión
consciente que es, juega un papel distintivo en la socialización, la cual se
define como la aprehensión de normas, destrezas, valores y actitudes que
posibilita que un individuo desempeñe un rol social y, por extensión, se
integre en el grupo (Cruz, Boixados, Torregrosa y Mimbrero, 2003). Los agentes
sociales son quienes transmiten esas normas y valores a través de
representaciones sociales, que se describen como aquellas concepciones de
cualquier aspecto de la realidad que son generadas y compartidas de forma
unánime por la comunidad, lo que indica hasta qué punto son importantes estos
agentes (Solís, 2002). El mencionado papel distintivo de la persuasión responde
a que hay una incitación consciente a que esas representaciones sociales sean
aceptadas, no desde el abuso de poder, sino desde la atracción, de manera tal
que se produzca una reformulación de actitud y conducta que lleven al individuo
a aprobar, desde la convicción y no el sometimiento, la norma social.
Sobre
la persuasión Noam Chomsky ha escrito el famoso artículo “10 estrategias para
la manipulación”
EL PROCESO PERSUASIVO
Los trabajos de Hovland,
Janis y Kelley de 1953 en Yale, son la primera gran referencia en lo que
respecta a investigación sobre persuasión. En ellos, se expone que un individuo
será persuadido y efectuará una modificación conductual, siempre que haya recibido
incentivos para hacerlo y, además, haya reelaborado sus creencias. Por tanto,
se concibe como un proceso compuesto de diferentes fases con elementos
destacables (Trenholm, 1989):
·
El mensaje: serán importantes el
contexto de su emisión (opresivo o relajado), el canal escogido (directo o
indirecto), y el contenido (grado de nitidez o ambigüedad).
·
La fuente emisora (quién lo
difunde, su vínculo con el receptor, el nivel de atractivo y credibilidad), y
la fuente receptora (grado de semejanza con el emisor, autoestima, creencias
previas y nivel educativo).
·
Respuesta interna de la fuente
receptora: las réplicas psicológicas a la emisión del mensaje son atención,
comprensión, retención y aceptación, y se requieren de todas para que surta
efecto la persuasión. Esto es evidente, ya que un mensaje que no se ha
entendido no puede asumirse, y algo que ha pasado inadvertido no se puede
admitir.
·
Respuestas observables: son
indicativas de que se ha efectuado (o no) la persuasión, y consisten en
modificaciones de percepción, afecto, opinión y acción. Es decir, tiene que
verificarse que se ha originado en el receptor una tendencia estable a hacer
determinadas evaluaciones (ahora acordes con las del emisor), lo cual es,
directamente, la descripción de actitud de Zimbardo y Ebessen (1969).
Son muchas las valoraciones que se han
publicado en torno a los mecanismos que posibilitan que tenga lugar la
persuasión. Una de las más abordadas es la teoría de la respuesta cognitiva
(Greenwald, 1968), que defiende que un receptor compara la información recibida
con su actitud, que es lo que siente hacia ese objeto (Nunally, 1978), para
autogenerar una respuesta cognitiva que implicará ser persuadido si está en
sintonía con el mensaje del emisor. La controversia de esta postura radica en
que, entonces, nosotros mismos y nuestras respuestas cognitivas seríamos
nuestros propios “seductores” (Petty, Ostrom y Brock, 1981), dejando al
receptor como un elemento estrictamente activo, lo cual colisiona de pleno con
la naturaleza de la persuasión, que puede ser efectiva sin que sea percibida.
En este último prisma se sitúa el modelo
heurístico, que justifica que la mayoría de nuestras decisiones se toman por la
experiencia previa y la observación, con lo que una característica afín de
alguno de los elementos del proceso (la longitud del argumento, la amplia
experiencia del emisor, el consenso en torno al mensaje) facilitaría un cambio
en nuestras creencias sin que lo advirtiéramos, lo que conduciría a la
modificación de la conducta subyacente, que es puramente la persuasión (Brock,
1965; Zimbardo y Leippe, 1991), y de esto sabe mucho el mundo de la publicidad
y del marketing. No obstante, es obvio que no somos constantemente persuadidos,
con lo que se delata que el modelo heurístico menoscaba los factores
intrasujeto, como por ejemplo el grado de autoestima y el nivel cultural, que,
si son exiguos en ambos casos, acelerarán el proceso de persuasión (Hovland y
Janis, 1959).
Ambas perspectivas, así pues, muestran una
serie de carencias que el modelo de Petty y Cacioppo (1981) de probabilidad de
elaboración, trata de suplir. En este modelo, la recepción de un mensaje
ocasiona que se desencadenen dos estrategias: la que está centrada en el
razonamiento, que sopesa alternativas, consecuencias y analiza toda la
información, se denomina “ruta central”; la que se utiliza cuando los recursos
no están disponibles para ese análisis pormenorizado, se conoce como “ruta
periférica”, y es, por consiguiente, la que está atada a los heurísticos, las
probabilidades y la experiencia previa.
Sin embargo, la ruta central no exonera al
individuo de ser persuadido, pues en ese estudio de la información dada
participan el sesgo y las influencias sociales. Esto entronca directamente con
los trabajos de Lazarus (1991), que, al definir las emociones como las
herramientas que empleamos para relacionarnos con el mundo, deja en evidencia
que un mensaje que apela a los sentimientos del individuo tendrá más
posibilidades de propiciar la persuasión. Esto es, un mensaje que incluye
reclamaciones de índole emocional, despertará en el miembro del grupo
sentimientos de empatía y de identificación (Gross y John, 2003), lo que
impulsará una modificación en las creencias y en las conductas en pos de
alcanzar la máxima integración con la comunidad.
Asimismo, podemos vincular lo descrito con
los ensayos de Ajzen y Fishbein (1980) y Shavitt (1989), en los que se situaba
al núcleo de la actitud en la tendencia afectiva-valorativa, por lo que, en
base a la dimensión que estos estudios le conceden a la actitud sobre la
resolución de una conducta, se concluye que habrá más posibilidades de modificación
conductual si el mensaje interpuesto incide en el componente emocional de la
actitud. Todo esto añade interés al estudio de la persuasión: dada la magnitud
de las emociones en los procesos de socialización, su empleo en las influencias
sociales puede resultar, en malas manos, absolutamente pernicioso, y, en la
dirección adecuada, un cambio en la actitud que repercuta positivamente en el
sujeto.
Es aquí donde resalta la figura del emisor.
Hovland y Weiss (1951) ya analizaron que el atractivo y la credibilidad del
emisor son determinantes para que un mensaje trascienda; sin embargo, también
es vital el poder que ostente la fuente emisora (Kelman, 1958), pues a ella se
le adjudica el cargo de administrar las recompensas o los castigos en el
endogrupo, de tal forma que comulgar con la modificación conductual conllevaría
una serie de ganancias o pérdidas derivadas de ese emisor. Igualmente, si éste
traslada al receptor la percepción de que el cambio le beneficiará reduciendo
posibles situaciones adversas, la persuasión será más duradera (Hovland y
Janis, 1959). En consecuencia, el rol del emisor se perfila como
indiscutiblemente taxativo.
Llegados a este punto,
es difícil que los trabajos de Bandura no se sumen a la ecuación. Para una
revisión del expermimento se puede visualizar el siguiente enlace:
Como ya hemos apuntado
anteriormente, el complejo fenómeno que supone la socialización (Díaz Cambló y Hernández Mendo, 2012a) es modulado por los agentes sociales
(familia, escuela, parejas, medios de comunicación, iguales, etc.), y su grado
de influencia sobre el individuo es trascendental según los modelos
conductuales de la Teoría Sociocognitiva, que se erige sobre los estudios de
Bandura (1982, 1987). Estos explican que las cogniciones de los sujetos
influyen en las propias acciones, y se modifican en base a ellas y a lo observado
en los demás.
En esencia, analizamos
lo que hacemos, y rectificamos sobre la marcha la ejecución de nuestra acción,
según percibimos si se está ajustando a lo que teníamos previsto realizar, pero
tomando como referencia lo que estamos observando. Si se identifica al emisor
como la fuente de poder de la que emanan los refuerzos positivos y negativos,
se efectuará una modificación conductual en base a los refuerzos que se están
viendo administrar. Por ello, son tan importantes los modelos de referencia, ya
que la elección de uno erróneo conlleva indirectamente el aprendizaje de
patrones comportamentales inapropiados (Bandura, 1982, 1987).
Las dos películas
escogidas para este artículo, “Invictus” y “La Ola”, ilustran con acierto
procesos de persuasión que culminan con éxito, abarcando las teorías aludidas
con resultados totalmente antagónicos, dada la diferente naturaleza de mensaje,
emisor y receptor.
“INVICTUS” Y LA PERSUASIÓN
BENEFICIOSA
Clint
Eastwood dirigió la adaptación al cine del libro “El factor humano”, que
relataba, tras el ascenso a la presidencia de Sudáfrica de Nelson Mandela, cómo
éste trabajó en reunir una nación dividida por el racismo, utilizando el
Mundial de rugby de 1995 a favor de dicho objetivo.
Nelson
Mandela (Mvezo, Sudáfrica, 1918) pasará a la Historia por ser el primer
presidente elegido democráticamente en su país, en 1994. Condenado a cadena
perpetua en 1962 por discrepancias políticas contra el régimen dictatorial, fue
liberado en 1990 y desde entonces, se volcó con todos los medios a su alcance
en trabajar por y para su república. Condecorado a nivel internacional en
multitud de ocasiones (fue el Premio Nobel de la Paz de 1993), era cuestión de
tiempo que Hollywood abordara su gesta, y así lo hizo en 2009 con Morgan
Freeman en la piel del abogado.
La
película centra la mayoría de sus 134 minutos en la relación entre Mandela y el
equipo nacional de rugby: el presidente quiere utilizar a los jugadores como
estandarte del cambio que arranca con él, que es la búsqueda del
establecimiento de una nación libre de rencores, junta en el esfuerzo por salir
adelante. El título de la película es una referencia al poema de William E.
Henley publicado en 1888 y de igual nombre, que recoge los sentimientos de
Mandela acerca de su propia lucha. Nunca se ha traicionado a sí mismo, no ha
tirado la toalla y su paso por la cárcel no le cambia un ápice: sigue siendo él
mismo, permaneciendo imbatible, invicto.
Tabla 2. Poema Invictus
Out of the night that covers me,
Black as the pit from pole to pole, I thank whatever gods may be For my unconquerable soul.
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud. Under the bludgeonings of chance My head is bloody, but unbowed.
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade, And yet the menace of the years Finds and shall find me unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll, I am the master of my fate: I am the captain of my soul.
William Ernest
Henley
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Fuera de la noche
que me cubre,
Negra como el abismo de polo a polo, Agradezco a cualquier dios que pudiera existir Por mi alma inconquistable.
En las feroces
garras de las circunstancias
Ni me he lamentado ni he dado gritos. Bajo los golpes del azar Mi cabeza sangra, pero no se inclina. Más allá de este lugar de ira y lágrimas Es inminente el Horror de la sombra, Y sin embargo la amenaza de los años Me encuentra y me encontrará sin miedo. No importa cuán estrecha sea la puerta, Cuán cargada de castigos la sentencia. Soy el amo de mi destino: Soy el capitán de mi alma.
William Ernest
Henley
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Desde
el punto de vista de las influencias sociales, Mandela ejerce claramente la
innovación, pues es la minoría activa que busca el cambio (Baron y Byrne,
1998), más allá del control grupal y desde la carencia de poder (Hernández
Mendo, 1998), como puede observarse en el abucheo del primer partido del
Mundial o en los comentarios malintencionados cuando tuvo lugar su liberación.
También muestra flexibilidad en sus
formas pero contundencia y solidez en sus argumentaciones, que impiden a la
mayoría desmontar sus razones. Esto es relevante para la proyección de su
propuesta pacificadora: los mensajes bilaterales son más efectivos (Jackson y
Allen, 1987; Allen y cols., 1990) a la hora de introducir cambios en los
receptores, y de forma paralela, incrementa la percepción de credibilidad
(Hovland y Weiss, 1951), lo que contribuye a que el proceso de persuasión
culmine exitosamente.
Hay
que añadir que la innovación en un grupo puede favorecerse si existe un líder
transformacional que sirva como propulsor del conjunto y que impulse las dinámicas
de grupo. Esta clase de liderazgo, en palabras de Muchinsky (2001), es un
procedimiento capaz de inducir cambios significativos en una comunidad, y surge
cuando un dirigente combina los recursos disponibles con el propósito de reconvertir
a sus subordinados en agentes de cambio y nuevos líderes. La técnica de esta
influencia es la entrega del poder (“empower”),
y para Bass (1998), la transformación sólo es posible cuando el dirigente
transmita confianza y motivación para lograr metas superiores, que son
cualidades que reúne el presidente.
El proceso de persuasión que Mandela
personifica tiene un primer avance en J. F. Pienaar (Matt Damon), el capitán
del equipo de rugby. Lejos de confiar en sus propias posibilidades, el jugador
poco a poco va creyendo en las opciones de éxito, porque hace suya la causa de
Mandela. Los trabajos de Katz (1960) aportan que el motivo de que se haya
consolidado el mecanismo en Pienaar es que comparte la visión de una Sudáfrica
mejor, ya que, según estas teorías funcionales, los argumentos del mensaje del
emisor que se corresponden con las creencias del receptor, facilitan el cambio
de la conducta subyacente.
Además, otras investigaciones añaden que
es primordial que se implique emocionalmente al receptor para que madure la
persuasión (Petty, Cacioppo y Goldman, 1981), pues los argumentos sólidos
influyen más en quienes están altamente implicados; Mandela realiza esta labor
en primera instancia con el capitán, para que actúe como la minoría activa en
el endogrupo del equipo, para terminar involucrando emocionalmente a todo el
vestuario (“el país entero está con ustedes”).
Cabe mencionar la interesante relación
que guarda la película con experimentos de la Psicología como el de las líneas
de Tajfel y Wilkes (1963): cuando se introduce una nueva categoría
comparativa, las desigualdades que separaban dos grupos se atenúan. De este
modo, las diferencias entre blancos y negros se disipan cuando se trata de
comparar qué equipo de rugby es el mejor, el sudafricano o cualquiera de los
que compiten. La afición hace piña y las categorías previamente establecidas
(blancos y negros) se difuminan. Esta paulatina
desindividualización no hace sino allanar el terreno para la política de
Mandela, que los sitúa rumbo a una nueva pauta unánime, y así, a la
normalización deseada (Baron y Byrne, 1998).
También
podemos enlazar “Invictus” de forma patente con los estudios sobre la
autocategorización (Turner, 1987) y con la teoría del contacto de Allport
(1954):
el sujeto se identifica con un grupo en base a afinidades (en este caso, el
deporte para unos, las necesidades políticas para otros) y no a través de
diferencias, mediante un proceso de abstracción que abarca tres niveles
(personal, grupal y como miembro de la humanidad). En el instante en que dos
grupos llenos de estereotipos y prejuicios entran en contacto (con la forma
adecuada), los prejuicios se atenúan y dan paso a procedimientos de búsqueda de
similitudes entre los participantes. Cuando el contacto se mantiene en el
tiempo, las afinidades se concentran y aparecen procesos de identificación
entre los miembros de los grupos, que terminan originando una comunidad en la
que se reconocen, lo que nos retrotrae a los estudios de Katz (1960) y la
eficacia de la persuasión basada en los mensajes afines a las creencias (Sears
y Kosterman, 1991).
Resumiendo a los diferentes autores que
ya se han citado, el éxito en el proceso de persuasión de Mandela reposa en la
creación de un nuevo grupo social, a raíz de la introducción de una categoría
que merma las diferencias preestablecidas. Este acercamiento de posturas
facilita el grado de identificación de unos con otros, lo que los hará más
receptivos a su mensaje pacifista, respaldado por la ayuda que prestan unas
sólidas bases de sinceridad y posteriormente, de lazos emocionales que
ocasionan la implicación del grupo y la internalización del contenido.
“Invictus” es un todo un alegato a la
ética, los principios y la paz. Sus indudables valores cívicos coexisten con
una oportunidad extraordinaria de comprobar el poder de la persuasión desde el
uso apropiado y la responsabilidad, y cómo es posible modificar la actitud y la
conducta a través de un propósito transmitido por un honorable mensajero.
“LA OLA” Y LA PERSUASIÓN
NOCIVA
“Invictus” es, en lo
referente al uso de la persuasión, la antítesis de “La Ola”, película dirigida
por Dennis Gansel en 2008. Con un éxito rotundo de taquilla y crítica en
Alemania, la película llegó a los cines europeos inmersa en la polémica
originada por la temática abordada en el largometraje: ¿podía repetirse el
nazismo a gran escala en la Europa del siglo XXI? Según el director, sí era
factible.
El profesor Rainer
Wenger (Jürgen Vogel) recibe el encargo de supervisar unas clases durante la
semana de proyectos. Harto de estar cuestionado por sus propios colegas de
profesión, decide hacer un experimento con sus alumnos: replicar en el aula el
funcionamiento de un gobierno totalitario. La clase de autocracia pasa
rápidamente a ser un movimiento social apodado “La Ola”, con sus propios
emblemas, saludos, reglas, vestuario y toda la parafernalia intrínseca a un
grupo social, pero la fuerza de la agrupación escapa rápidamente del control
del profesor y termina con trágicas consecuencias.
Con esta premisa argumental, el director
plantea cómo se desarrolla una modificación conductual desde la pretensión y la
presión simbólica (Reardon, 1983). El contexto en el que tiene lugar es el
caldo de cultivo idóneo para que prospere la persuasión, si atendemos a Eagly y
Chaiken (1984), pues en el aula concurren, en gran parte de los estudiantes, la
baja autoestima, un nivel cultural pobre y la ausencia de criterios propios.
Como podemos observar en el pasaje seleccionado (1:25, 8:59), son notorias la
desgana en el alumnado, la desesperanza por las perspectivas de futuro y la
desinformación (3:09, “no tengo ni idea”).
En estas condiciones, son particularmente
vulnerables y manipulables. El proceso de conformidad instaurado (como vemos
con los efectos de arrastre y desindividualización ya descritos), permite a
Wenger arrancar su experimento, que responde a necesidades puramente ególatras
al querer demostrar lo sencillo que es establecer una autocracia y dirigir
masas de gente.
En 4:44, sugiere que alguien dirija la
actividad, cuando ya sabía de antemano que, por su condición de experto, la
entrega de poder iba a recaer en él; es el comienzo de las manipulaciones con
las que someterá a la clase. Esta bilateralidad (también presente en 9:47 del
fragmento nº2), favorecerá la tendencia del alumnado a dar sus argumentos por válidos
(Allen, 1991), y es el pistoletazo de salida a toda una espiral de heurísticos
que consolidarán la persuasión: la verborrea de Wenger (6:00) se evalúa como un
vasto conocimiento (Zimbardo y Leippe, 1991); la votación y el consenso general
(4:58), como la semejanza de los miembros del grupo, y por tanto, se seguirá en
él (8:17), actuando conforme a la mayoría (Asch, 1952; Axsom, Yates y Chaiken,
1987); el experto, como la única fuente fiable (Petty y cols., 1981); el
entusiasmo de los iguales (5:27), como la reacción natural que hay que tener
(Eagly y Chaiken, 1984; 1993).
El modelo de la probabilidad de Petty y
Cacioppo (1981) explicaría el desarrollo de “La Ola” como el resultado de un
mensaje proveniente de una fuente de poder que recala en un grupo social sin
motivación y sin los mecanismos necesarios (culturales, éticos) para resistirse
(Chakien y cols., 1989). La falta de conocimiento previo sobre los temas
tratados y de una vía alternativa de información les hace más sensibles a la
aceptación del mensaje (Petty y Wegener, 1998) y a dejarse intoxicar por él.
Todo ello plasma la construcción de la
persuasión. Están predispuestos a modificar sus creencias y conductas porque
carecen de una norma distintiva y porque presentan lagunas psicológicas que el
mensaje del profesor puede llenar. Comprobamos cómo es trascendental otra vez
la introducción de una nueva categoría (Tajfel y Wilkes, 1963) que diluya las
diferencias intragrupales: la clase de autocracia es el nuevo núcleo
referencial. En ella, habrá que vestirse de una manera determinada, seguir unos
protocolos específicos (5:44 del segmento nº1), o realizar actividades
supervisadas (que potencian la identificación de unos con otros, como el minuto
8 del segundo corte); en conclusión, la aproximación de todos los miembros
cohesiona al grupo y esto favorece que cale aún más hondo el mensaje de Wenger
dada la homogeneidad ideológica (Sears y Kosterman, 1991); el hecho de que ahora
compartan pensamiento les inclina a asumir como propia toda aquella valoración
en la que se reflejen (Kelman y Hovland, 1953).
Sin embargo, es cierto que, a diferencia de
lo visto en “Invictus”, la situación de poder del maestro al frente de “La Ola”
conlleva que parte del éxito del proceso de persuasión obedezca al miedo a
padecer consecuencias negativas, principalmente el aislamiento (Rogers, 1975);
es decir, se reconoce claramente que el emisor es quien administra los castigos
para con los disidentes (en este caso, quienes desempeñan la innovación, que
queda representada por Mona en el fragmento nº1, 5:50, y más adelante, por
Marco y Karo), y así, se admite a causa del temor más rápidamente el mensaje
(Boster y Mongeau, 1984).
La consigna de “La Ola”, el poder a través de la disciplina, nos
remite a los trabajos de Milgram (1973): la masa obedece a la autoridad sin
atender consecuencias y el líder puede ostentar el poder porque en él descansa
toda responsabilidad. Karo, en 2:20 del pasaje nº2, puntualiza que hubiese
estado bien emplear la autoridad sobre el hermano pequeño, para haberlo
convertido en alguien más sumiso. Es un ejemplo más, de los muchísimos que hay
en el largometraje, del heurístico de semejanza: lo que el experto aplica a
algo que me es familiar, lo infiero a terrenos desconocidos dando por sentado
que seguirá llevando la razón (Brock, 1965).
Los argumentos de Wenger a favor del poder
mediante el grupo (9:00 del segundo corte) son el punto de inflexión del mismo.
La persuasión está consumada, y ahora el mensaje se ha internalizado de manera
extrema por el abuso del factor emocional (Petty, Cacioppo y Goldman, 1981).
Las conductas se han radicalizado (agresiones, fechorías, etc., se disparan en
9:00 del tercer enlace) y los alumnos ya no distinguen entre la clase de
autocracia y la vida real, de igual modo que el profesor actúa creyendo que
todo el mundo se comportará según su voluntad (0:20 del tercer fragmento). Uno
de los más afectados es Marco (1:22 del anterior video), que agrede a Karo en
una discusión, en la que él quiere provocar un cambio de opinión mediante la
fuerza.
Rainer asume que ya no tiene el control de
“La Ola” y que es el artífice moral de este régimen de terror. El impacto
emocional resultante de la persuasión ha fortalecido la nueva conducta, y es
más difícil de desterrar (Lifton, 1961; Petty, Gleicher y Baker, 1991). El
maestro lleva a los alumnos al límite y les hace ver que han traspasado la
barrera que les separaba del fascismo: sus actos tienen consecuencias y son
responsables de ellos; no por obedecer órdenes se es inocente. El alumno más
damnificado por esto es Tim, quien presentaba las mayores carencias afectivas
(enlace nº2, 1:35), y que, al no asumir la disolución de “La Ola”, opta por una
salida fatídica. Así pues, procede recordar, con disposición terminante, la
magnitud de los modelos conductuales que median en los procesos de
socialización (Bandura 1982, 1987), pues su relevancia es definitiva.
El artículo ha presentado casos
pragmáticos para la enseñanza de la Psicología Social y en concreto de la
persuasión, empleando para ello dos largometrajes que reflejan sus componentes,
mecanismos y consecuencias sobre el individuo y el grupo social. Numerosas
investigaciones avalan que la utilización de películas facilita el aprendizaje
de los estudiantes (Alexander, 1995; Nelson, 2002; Karlinsky, 2003), al
potenciar la empatía, expandir la formación e impulsar la reflexión
(Raingruber, 2003). Habida cuenta de que el pensamiento crítico se postula, por
méritos propios, como el medio más eficaz frente a los procesos de influencia
social (Halone, 1986; Chaffee, 1988; Webster-Stratton, 1999), que son
intrínsecos a cualquier ser humano y en consecuencia inevitables (Turner,
1991), nos parece más que recomendable el análisis realizado en estas
películas, por su labor didáctica, social y formativa.
A modo discusión
Como ya hemos señalado en trabajos anteriores (Díaz Cambló y Hernández Mendo, 2012a, 2012b, 2012c)
la utilización del cine en la enseñanza es cada vez una estrategia efectiva y
motivadora. A este respecto puede visitars el blog “Cero en conducta” (http://ceroenconducta.ning.com/),
donde no solo se realiza un análisis del cine, también su utilización como
estrategia/técnica educativa que permite acercar la realidad a nuestros
alumnas/os y analizarla. En este orden de cosas, la película/documental
"La Educación Prohibida", estrenada el 13 de Agosto del 2012 (Sitio
Web Oficial: http://www.educacionprohibida.com
y Mapa de Proyecciones Independientes: http://proyecciones.educacionprohibida.com/mapa/)
es un ejemplo de análisis crítico del tipo de educación que estamos constuyendo
y del sistema que lo sustenta. La película completa se puede visualizar en:
SinopsisLa escuela ha cumplido ya más de 200 años de existencia y es aun considerada la principal forma de acceso a la educación. Hoy en día, la escuela y la educación son conceptos ampliamente discutidos en foros académicos, políticas públicas, instituciones educativas, medios de comunicación y espacios de la sociedad civil.Desde su origen, la institución escolar ha estado caracterizada por estructuras y prácticas que hoy se consideran mayormente obsoletas y anacrónicas. Decimos que no acompañan las necesidades del Siglo XXI. Su principal falencia se encuentra en un diseño que no considera la naturaleza del aprendizaje, la libertad de elección o la importancia que tienen el amor y los vínculos humanos en el desarrollo individual y colectivo.A partir de estas reflexiones críticas han surgido, a lo largo de los años, propuestas y prácticas que pensaron y piensan la educación de una forma diferente. “La Educación Prohibida” es una película documental que propone recuperar muchas de ellas, explorar sus ideas y visibilizar aquellas experiencias que se han atrevido a cambiar las estructuras del modelo educativo de la escuela tradicional.
Más de 90 entrevistas a
educadores, académicos, profesionales, autores, madres y padres; un recorrido
por 8 países de Iberoamérica pasando por 45 experiencias educativas no
convencionales; más de 25.000 seguidores en las redes sociales antes de su
estreno y un total de 704 coproductores que participaron en su financiación
colectiva, convirtieron a “La Educación Prohibida” en un fenómeno único. Un
proyecto totalmente independiente de una magnitud inédita, que da cuenta de
la necesidad latente del crecimiento y surgimiento de nuevas formas de
educación.
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El acceso al texto completo está en:
Díaz Cambló, S.
y Hernández Mendo, A. (2012). Persuasión y cine.
Lecturas: EF y Deportes. Revista Digital, 17(171), agosto. http://www.efdeportes.com/efd171/persuasion-y-cine.htm .[Consulta: 25 de
agosto de 2012]. ISSN 1514-3465. RNPI 976811.
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